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Hábitos saludables y su impacto en la cognición: ¿pueden retrasar la demencia?

enfermedad mental, hombre, retrato Pixabay

Una nueva investigación presentada en la Conferencia Internacional de la Asociación de Alzheimer en Toronto destaca cómo algunos hábitos saludables pueden mejorar el rendimiento cognitivo en individuos con alto riesgo de demencia. Este estudio, realizado por la académica Laura Baker de la Facultad de Medicina de la Universidad Wake Forest, analizó a más de 2.100 personas de entre 60 y 79 años y sugiere que prácticas cotidianas pueden ser clave para mantener la salud cerebral.

Resultados del estudio y actividades recomendadas

El estudio, que se llevó a cabo a lo largo de dos años en cinco estados de EE. UU., incluyó a participantes de diferentes orígenes étnicos y estilos de vida. Todos los individuos en la muestra presentaban un estilo de vida sedentario y dos factores de riesgo de demencia, como antecedentes familiares de deterioro cognitivo e hipertensión arterial.



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Los investigadores dividieron a los participantes en dos grupos: la mitad siguió un programa estructurado que incorporaba:

  • Una dieta saludable y balanceada.
  • Actividades sociales regulares para fomentar la interacción.
  • Un régimen de ejercicio que incluía ocho sesiones semanales.
  • Tres sesiones de entrenamiento cognitivo a través de computadoras.


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El otro grupo adoptó un programa autoguiado, recibiendo materiales y recursos educativos sin un cronograma tan riguroso, asistiendo a solo seis reuniones durante el estudio.

Los resultados revelaron que las puntuaciones cognitivas mejoraron significativamente en ambos grupos, con el grupo estructurado mostrando una leve ventaja adicional. Laura Baker enfatizó que, aunque la diferencia fue pequeña, los beneficios observados son alentadores y sugieren un potencial para ralentizar el deterioro cognitivo.

Dudas y sugerencias sobre la efectividad de programas intensivos

Kristine Yaffe, especialista del envejecimiento cognitivo de la Universidad de California en San Francisco, expresó que este estudio "confirma que prestar atención a aspectos como la actividad física, los factores de riesgo vascular y la dieta son maneras realmente importantes de mantener la salud cerebral". Sin embargo, algunos expertos se muestran cautelosos respecto a la magnitud real de los beneficios de un programa intensivo.

Lon Schneider, experto en Alzheimer de la Universidad del Sur de California, comentó que ambos grupos mostraron mejoras significativas, pero lamentó que la diferencia entre los dos enfoques fue mínima. Esto sugiere que los beneficios de un programa intensivo podrían no ser mucho mayores que los de un enfoque menos estructurado. También indicó que la mejora en el grupo estructurado podría ser parte del aprendizaje de los participantes en las pruebas, en lugar de un cambio real en su capacidad cognitiva.

Otra limitación del estudio es que no se comparó con un grupo de control sin intervención, ya que la Asociación de Alzheimer, principal financiadora de la investigación con 50 millones de dólares, planteó que no sería ético tener un "grupo que no recibiera nada".

Baker, defensora de los beneficios de los hábitos saludables, concluyó que los resultados son significativos y subrayó que el programa estructurado podría haber ralentizado el reloj del envejecimiento cognitivo entre uno y dos años, permitiendo una mejor resiliencia ante el deterioro cognitivo.

A medida que avanzan en el estudio, los autores planean analizar muestras de sangre, escáneres cerebrales, y otros datos para investigar si estas actividades causaron cambios cerebrales o reducciones en las proteínas asociadas con el Alzheimer. La Asociación del Alzheimer también destinará 40 millones de dólares para continuar el seguimiento de los participantes y para ayudar a comunidades a implementar programas adaptados según las necesidades locales.

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