En el intrincado escenario geológico de Islandia, donde la tierra parece cobrar vida propia, el volcanólogo Felipe Aguilera ha levantado una alerta que resuena como un eco inquietante: "Es cuestión de horas y días para que pueda desatarse una erupción en Islandia". Sumergiéndonos en este misterioso rincón del mundo, exploraremos los antecedentes y las amenazas actuales que mantienen en vilo a la península de Reykjanes.
Remontémonos en el tiempo, entre los años 1210 y 1240, cuando la península de Reykjanes fue testigo de erupciones que marcaban su paisaje con ríos de lava. Fast forward al 2021-2022, y el volcán Fagradalsfjall protagoniza un nuevo capítulo en la historia geológica islandesa. Después de 15 meses de un enjambre sísmico persistente, fisuras con magma emergen, transformando el paisaje en un espectáculo natural de proporciones colosales.
La inquietante realidad se vive hoy, en medio de la incertidumbre que precede a una posible erupción volcánica. La península de Reykjanes tiembla con la frecuencia de mil sismos diarios, señal inequívoca de que el magma está ascendiendo hacia la superficie. Según el volcanólogo Felipe Aguilera, estamos en las vísperas de un evento que podría desencadenarse en horas o días.
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Islandia, con sus 34 sistemas volcánicos activos en los últimos 11.500 años, presenta condiciones geológicas singulares. Esta diversidad geológica ha dado lugar a todos los tipos conocidos de volcanes y erupciones, desde las efusivas hasta las explosivas. El magma se mueve bajo la tierra, atravesando la roca hacia zonas poco profundas de la corteza, generando un enjambre sísmico que pone en alerta a los expertos.
Felipe Aguilera, director del Instituto Milenio de Investigación en Riesgo Volcánico - Ckelar Volcanes, aclara que la secuencia de sismos responde a la intrusión de magma en la corteza cercana a la superficie. En este juego geológico, la velocidad del magma determinará si la erupción es inminente o si existe la remota posibilidad de que el magma quede atrapado en la corteza.
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A diferencia de erupciones anteriores, el movimiento del magma se desarrolla peligrosamente bajo la ciudad de Grindavík. Los expertos alertan sobre la posibilidad de una erupción directamente en la ciudad. Sin embargo, las autoridades islandesas han tomado medidas preventivas, evacuando a más de 3.500 personas de la zona de riesgo. Una zona de exclusión se ha establecido para evitar que la población se acerque, mientras las emisiones de dióxido de azufre indican que el magma está cerca de la superficie.
Islandia, un país forjado por la actividad geológica, se encuentra en la encrucijada de un nuevo capítulo volcánico. La incertidumbre y la anticipación se entrelazan en una danza geológica que solo el tiempo desvelará. Mientras tanto, la población y las autoridades aguardan, conscientes de la naturaleza impredecible de estos gigantes de fuego que conforman la esencia misma de la isla.
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