Miriam Leiva Lagos, académica de Odontología de la Universidad Andrés Bello Concepción
La higiene dental, parece una medida tan sencilla, básica y barata, que las personas no le dan la real importancia que tiene. Muchos creen que, para tener una sonrisa perfecta, blanca y alineada, se requiere mucha inversión y gastos con en el dentista y optan por hacer lo que han repetido siempre, cepillarse a lo lejos, de manera rápida, para quitarse el mal sabor y olor de la boca o simplemente no cepillarse. Pero en realidad nunca lo han implementado en su diario quehacer como un hábito. Y si esta conducta se repite, sus hijos siguen el mismo patrón.
Con la experiencia en la consulta, vemos que muy pocos pacientes tienen un hábito regular de limpieza dental, y este problema se agudiza en las edades más avanzadas, lo que es de esperar porque las conductas se adquieren en la niñez y antiguamente en la población general, no era común cepillarse los dientes y se asistía al dentista para realizar exodoncias como tratamiento de urgencias, principalmente. Esto no es novedad para la gran mayoría de la población, pero cuando en la actualidad vemos, niños que, a los 6 años, nunca han sido atendidos por un odontólogo, que se cepillan a lo lejos, que lo hacen solos, que sus madres o tutores nunca han recibido instrucciones de los cuidados dentales de sus hijos o de ellas misma, es difícil comprender.
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La higiene dental, incluye básicamente el uso de un cepillo de cerdas suaves, abundantes (4 hileras) y rectas, mango rígido y liso, de cabezal pequeño que no abarque más de 2 piezas dentarias. Se recomienda cepillos de marcas reconocidas por profesionales expertos como Vitis, PHB, Curaprox, que tienen las características antes mencionadas. Las cerdas deben ser suaves porque la correcta higiene incluye ubicar el cepillo entre la encía y el diente y si las cerdas son rígidas o materiales plásticos pueden dañar la encía, rectas porque el principal objetivo del cepillado es "barrer" las caras de los dientes y mientras alineadas sean estas, mejor será el barrido. El mango debe ser rígido y recto para facilitar los movimientos y ejercer la fuerza necesaria durante el barrido. Y el tamaño del cabezal permite que durante la limpieza se abarquen todas las caras de las piezas dentarias.
El cepillado debe ser al menos 2 a 3 veces al día, siendo el más importante el nocturno, previo a dormir. La saliva tiene acción importante en la protección del esmalte dental, porque facilita su limpieza por arrastre y, además, es el reservorio de iones que facilitan la remineralización de este, y durante la noche se ve notoriamente disminuida, por tal motivo los niños que duermen con la mamadera (más aún si contiene azúcar) sufren un gran daño padeciendo caries en casi todas las caras de los dientes, enfermedad conocida como Caries de la Infancia Temprana.
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Las pastas dentales deben contener entre 1000 a 1500 ppm de flúor para ser efectivas, y si el paciente tiene Alto riesgo de Caries se puede indicar por un profesional, una pasta de hasta 5000 ppm de flúor (independiente de las terapias de Flúor que hace el Odontopediatra 2 veces al año, donde los productos contienen 22.600 ppm de F). Después del cepillado, se indica solo escupir y
eliminar el máximo de residuos sin enjuagar la boca para aumentar el efecto del flúor de la pasta. El uso del hilo dental, en su versión más clásica (enrollado entre los dedos) o más moderna (flosser) de preferencia usado previo al cepillado, puede mantener la placa bacteriana desorganizada y de esta manera se hace menos dañina y permite, además, prevenir la caries.