En la actualidad, los estándares de belleza a menudo imponen la imagen de cuerpos delgados, sin imperfecciones y con medidas que distan de la realidad saludable. Esta presión constante ha dado lugar a un aumento alarmante en las consultas relacionadas con trastornos alimentarios, especialmente entre los adolescentes. Según un estudio del Centro de Políticas Públicas de la UC, aproximadamente el 6% de los adolescentes y niños enfrenta trastornos alimentarios, siendo las mujeres las más afectadas, representando el 55% de los casos. Estas alteraciones se manifiestan a través de conductas como ayuno excesivo, uso de medicamentos para adelgazar, vómitos, laxantes y/o atracones de comida
El fenómeno de los trastornos alimentarios se ha convertido en una realidad preocupante en la sociedad actual. La presión ejercida por los estereotipos de belleza ha desencadenado una creciente incidencia de estos trastornos, especialmente entre los adolescentes. Los datos revelan que un porcentaje significativo de jóvenes se ve afectado, adoptando comportamientos que van desde la restricción alimentaria extrema hasta conductas compulsivas perjudiciales para la salud.
Los trastornos alimentarios, en su mayoría, se manifiestan durante la adolescencia, una etapa crucial caracterizada por cambios físicos, hormonales, sociales e intelectuales. La presión para cumplir con los estándares de belleza inalcanzables a menudo coincide con este periodo, desencadenando problemas de relación con la comida.
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La conexión entre los estereotipos de belleza y los trastornos alimentarios es evidente. La obsesión por alcanzar medidas y pesos específicos, promovida por la sociedad, contribuye a la manifestación de conductas alimentarias perjudiciales. Este fenómeno afecta principalmente a las mujeres, que representan más de la mitad de los casos registrados.
Camila Soto, psicóloga de Clínica Bupa Santiago, destaca la importancia de estar atentos a las señales que indican la presencia de trastornos alimentarios. Estas señales pueden manifestarse a nivel personal, como cambios en el estado de ánimo, irritabilidad, ansiedad o depresión, y a nivel social, incluyendo el aislamiento y la identificación con estándares de belleza inalcanzables.
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Soto también subraya la necesidad de prestar atención a indicadores como la preocupación excesiva por el peso, el ejercicio compulsivo y cambios en el patrón de alimentación. Estos cambios pueden incluir evitar ciertos alimentos, comer en secreto, contar calorías, saltarse comidas o adoptar dietas estrictas autoimpuestas
La psicóloga enfatiza la importancia de reconocer señales como cambios en el estado de ánimo, irritabilidad, sensibilidad al entorno, ansiedad o depresión. Algunas señales son sutiles y pueden manifestarse a nivel personal o social. El aislamiento, la evitación de actividades relacionadas con la comida y la identificación con estándares de belleza inalcanzables son indicadores que no deben pasarse por alto. El perfeccionismo también puede ser un factor clave, afectando diferentes áreas de la vida del paciente, como lo personal, académico y de rendimiento.
En el abordaje de los trastornos de la conducta alimentaria, el apoyo de la familia y de profesionales es esencial para la recuperación. La psicóloga sugiere algunas estrategias de acompañamiento:
- Profesionales especializados: Buscar ayuda de profesionales capacitados en el tema, como médicos nutriólogos, psiquiatras, nutricionistas o psicólogos especialistas, con un enfoque integral y multidisciplinario.
- Información detallada: Aprender sobre los trastornos alimentarios para ofrecer un apoyo asertivo. Evitar comentarios negativos sobre la comida o el peso.
- Comer en familia: Establecer espacios de comida en familia, al menos una vez al día, para compartir y acompañar el proceso angustiante de comer para un paciente con trastorno alimentario.
- Fomentar un ambiente de apoyo: Crear espacios de diálogo, validar sentimientos y atender preocupaciones son aspectos clave para promover un ambiente de apoyo.
- Evitar comentarios sobre el cuerpo: Comentarios inadecuados sobre la apariencia pueden tener un impacto significativo en la autoestima y la percepción de sí mismos, afectando directamente la salud mental de la persona.
En cuanto a los tratamientos disponibles, la psicóloga señala que dependen del tipo de trastorno y los síntomas específicos de cada paciente. En la actualidad, se abordan principalmente con terapia psicológica especializada en trastornos de la conducta alimentaria y tratamiento farmacológico. La evaluación psiquiátrica es crucial, ya que la farmacoterapia puede ser un aliado para tratar comorbilidades como la depresión y la ansiedad. Además, la terapia nutricional desempeña un papel clave para lograr patrones alimentarios saludables y equilibrados.
"Es importante recordar que mientras más precoz sea la intervención, mejor será el pronóstico. La adolescencia, con sus cambios corporales, hormonales, sociales, intelectuales y sexuales, es el periodo de mayor vulnerabilidad. Por lo tanto, la prevención se vuelve clave", puntualiza la psicóloga de Clínica Bupa Santiago.
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