Existen dos grandes grupos en los que se clasifican los linfomas: Linfomas de Hodgkin y Linfomas no Hodgkin.
Según explicó el Dr. Pablo Ramírez, jefe del Centro del Cáncer de Clínica Las Condes, "las diferencias entre ambos tipos de linfoma son múltiples y tienen que ver con la biología de la célula tumoral, la forma de presentación, la evolución a través del tiempo, tipo de terapias empleadas y expectativa de curación. No es que uno sea mejor que el otro, sólo son diferentes y necesitan tratamientos distintos". La detección del tipo de linfoma se puede realizar a través de una revisión telescópica de las células causantes de la enfermedad.
El especialista detalló que "un linfoma es un cáncer que se origina por la proliferación anormal de linfocitos en diferentes etapas de maduración en el cuerpo. Los más frecuentes se originan en los ganglios linfáticos, sin embargo, y dado que los linfocitos pueden estar localizados en otras estructuras, también pueden originarse en la médula ósea, tejido pulmonar, tracto digestivo, sistema nervioso central, piel, conjuntiva ocular, etc.".
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Sus manifestaciones van a variar según la edad en que se presente y del tipo de linfoma que afecte a la persona, pero entre los más comunes se encuentran los siguientes:
- Crecimientos ganglionares progresivos, habitualmente indoloros.
- Decaimiento.
- Pérdida de peso.
- Sudoración nocturna.
- Fiebre en algunos casos.
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También pueden presentarse síntomas asociados al compromiso de la médula ósea, tales como anemia, infecciones a repetición, sangrados por plaquetas bajas.
Detección y tratamiento
A diferencia de otros tipos de cánceres o tumores, lamentablemente no existe un método efectivo para prevenir el linfoma ni adelantarse a su aparición. "Los cánceres prevenibles son tumores sólidos, en los que ciertas intervenciones pueden prevenir la aparición de la célula cancerosa. Para el caso de los linfomas, al igual que el mieloma múltiple y la leucemia, no existen test diagnósticos que muestren la aparición de estas patologías, salvo casos anecdóticos en los que, por casualidad, a un paciente que se tuvo que hacer algunos exámenes por otra razón, se le detectan estos cánceres en fase inicial", añadió el Dr. Ramírez.
Esta enfermedad tiene una agresividad que varía caso a caso, dependiendo siempre de qué linfoma se trata. En los más comunes en adultos, según explicó el hemato-oncólogo de Clínica Las Condes, se registran niveles de sobrevida y curabilidad cercanos al 70%. Además, agregó que su frecuencia también varía. Por ejemplo, los Linfomas de Hodgkins tienen como edad promedio de los afectados los 40 años, mientras que los Linfomas no Hodgkins tienen mayor prevalencia en adultos mayores, con 65 años como edad media de los pacientes.
Respecto al tratamiento de esta patología, puede variar según el tipo de linfoma que se deba enfrentar, aunque en la mayoría de los casos se puede recurrir a cirugía, quimioterapia, anticuerpos monoclonales o radioterapia.
En palabras del especialista de CLC, "la cirugía como terapia única se usa solamente para ciertos linfomas cutáneos. El resto de linfomas, en general, son tratados con quimioterapia, ocasionalmente asociados a radioterapia, y para ciertos casos particulares, se le puede incluir el uso de anticuerpos monoclonales".
También existen casos en que el paciente debe ser sometido a un trasplante de médula ósea, aunque este recurso se utiliza solo en personas que recaen después de haber seguido alguno de los tratamientos anteriormente mencionados. "Mayoritariamente son trasplantes autólogos (el propio paciente es el donante de células madre), sin embargo, ciertos casos seleccionados se tratan con trasplantes alogénicos (otra persona es el donante)", cerró el Dr. Pablo Ramírez.